lunes, 17 de abril de 2023

RELACIONES QUE RENACEN PARTE 1

Los días se me estaban haciendo eternos en aquella cama del hospital, las quemaduras que aun tenía requerían de atención médica continua, por lo que cada pocas horas venían un par de enfermeras a cambiar las vendas con cuidado y pincharme antibióticos en cantidad. Los primeros días los pasaba medio inconsciente debido a los analgésicos que me administraban pero ahora que habían disminuido la dosis pasaba las horas muy aburrida.

Las visitas estaban restringidas a ciertas horas y solo podían estar medía hora a lo sumo, por lo que la mayor parte del tiempo lo pasaba sola con mis pensamientos, ya que no pasaba nada entretenido mirando por la ventana.

Al poco de terminar de cenar decidí levantarme para darme otro paseo por el hospital. Vi de reojo mi reflejo en el espejo del baño y me sorprendió. <<no me extraña que ayer se pusiese a llorar esa niña, tengo la cara descarnada, roja e hinchada. parezco un demonio>>

Tiré un poco de un trozo de piel que se descolgaba de mi mejilla, apreté los dientes de dolor y decidí dejarla estar. Si los sanitarios veían otra herida lo sabrían y me echarían la bronca de nuevo << van a terminar por atarme a la cama para que no retarde que se curen mis heridas>>. Salí al pasillo, y me cruce de frente con una anciana que andaba cogida del brazo de su ¿hijo?, iba arrastrando el portasueros, me miró, se le notaba cansada, sus ojos reflejaban el peso de la edad.

Saludé a la enfermera que estaba de guardia en el mostrador de la recepción de aquella planta y me acerqué hasta la maquina de comida y bebida del fondo, justo al lado de los ascensores. Me quedé mirando embobada las chocolatinas. 

-¿Vas a comprar algo?

Era un chico en silla de ruedas que movía impaciente los dedos sobre el reposabrazos. Fui a sacar el monedero del... << seré estúpida, que monedero si no llevo ni pantalones con el camisón este >> 

-No, perdona, me he dejado el monedero en la habitación, que tonta soy.

Ya había hecho bastante el ridículo por el momento, me volví a mi aburrida habitación. 

Cuando entré, descubrí que no estaba vacía.