sábado, 18 de mayo de 2024

LOS CENTINELAS DE LA LUZ - CAPÍTULO 10

El consejo de guerra

Nos desplazamos a la capital demaciana esa misma mañana poco después de levantarnos. Senna insistió en que un médico experimentado revisase la herida de Lucian antes de irnos rumbo a las Islas de la Sombra. Algunos del grupo esperarían directamente en las Aguasturbias hasta nuestra llegada y conseguirían un barco para poder ir a las Islas de la Sombra. Graves, insistió en ir a Demacia junto con Vayne, Senna, Lucian y conmigo. Atravesamos el patio del jardín interior del castillo, una empleado se sorprendió al vernos aparecer de la nada, sobre todo, porque las visitas al castillo se habían restringido bastante desde la llegada de la niebla negra. Mientras Senna se dirigía con Lucian hacia el hospital, nosotros tres debíamos encargarnos del resto de preparativos, debíamos aprovisionarnos para el viaje. 

- Vayne - le llamé en voz baja, ella se acercó discretamente y me miró inquisitiva - voy a buscar a Tianna Crownguard, asegúrate de que nuestro nuevo "amigo" Graves no la lie por ahí, no estaría bien que alguien se quejara de que ha desaparecido algo... - miré a mi alrededor - aquí hay demasiadas cosas brillantes...y no me fio ni un pelo de él...

Vayne asintió y caminó más rápido hasta ponerse a la altura de aquel bandido charlatán para tenerlo vigilado, aunque a decir verdad, no había hablado demasiado desde que su compañero de fechorías lo había abandonado en los muelles a su suerte. Le observé detenidamente, los guardias le habían prohibido fumar dentro del castillo y estaba ansioso y de morros mascullando en voz baja palabrotas incompresibles mientras miraba la decoración y los cuadros de las estancias del castillo minuciosamente. Estaba segura de que Vayne le mantendría a raya.

Nos separamos, ello irían al comedor y las cocinas a por provisiones, yo iría a buscar al Alto Mariscal del rey, Tianna Crownguard. Los guardias me indicaron que su despacho estaba encima de los cuarteles. Toqué a la puerta.

- Adelante - entré, Tianna estaba apoyada sobre su mesa con un gran plano desplegado en ella, varios hombres uniformados estaban con ella.

Entre aquellos que la acompañaban destacaba uno en particular, el más grande de ellos, no solo por su complexión atlética y  su altura, sino por su juventud, a diferencia del resto que estaría rozando los cincuenta, el no debía llegar a los treinta años. Su armadura plateada le hacía parecer aún más grande y cargaba con una espada a su espalda casi tan grande como él, su mirada azul se cruzó con la mía, observé sus facciones, eran parecidas a las de Tianna. Supuse que debían de tener algún parentesco, ambos tenían el pelo de un rubio ceniza y una marcada mandíbula cuadrada, además de los mismos ojos azules, tan intensos como el mar.

viernes, 17 de mayo de 2024

LOS CENTINELAS DE LA LUZ - CAPÍTULO 9

Cazadores

Nos encontramos todos al otro lado, el templo de Ixtal se encontraba en medio de una espesa selva, la vegetación frondosa cubría la entrada del templo, allí la noche era aún mas oscura, la lluvia también embarraba el suelo. Graves apareció a nuestro lado de repente cruzando el portal, algo mareado, se apoyó sobre una silla cercana.

- ¡Madre mía! que mareo, voy a vomitar - dijo tapándose la boca

- ¿¡Que parte de  que no te podías unir a nosotros no has entendido!? - le grité en cuanto le vi, le amenacé con mi espada cuando alguien me llamó a mis espaldas 

- ¿Diana? - era una voz conocida - ¿Habéis llegado? - De una de las salas apareció Irelia, el agotamiento se hacía presente en su mirada, amplias ojeras surcaban sus ojos, de repente la vi más mayor que esa misma mañana, cuando nos separamos. Al verla tan alicaída me preocupé por ella.

- ¡Irelia! ¿Qué ha pasado?, ¿estáis bien?

- Lucian esta muy mal

- ¿Dónde esta? ¿Qué ha pasado? - repetí alarmada

sábado, 11 de mayo de 2024

LOS CENTINELAS DE LA LUZ - CAPÍTULO 8

El primero de la lista

Aquella noche tenía planeado tachar varios nombres de mi lista. Había oído sobre un nuevo marinero que había conseguido amasar la suficiente fortuna para comprar un barco y contrataba arponeros para cazar monstruos marinos. A pesar de que no se manchaba las manos en la cacería se llevaba más de la mitad de la recompensa al vender la pieza que capturaban.

Miré el papel, había ya muchos nombres, la mayoría tachados con una x, las letras rojas destacaban sobre el fondo de color pergamino. Miré el último que había agregado. <<Fergus MacGregan>> leí, ese es el siguiente.

viernes, 10 de mayo de 2024

LOS CENTINELAS DE LA LUZ - CAPÍTULO 7

Por dos monedas de oro

- Senna, concéntrate, ¿puedes percibir donde esta? - ella cerró los ojos y meditó unos instantes 

- Esta... esta en un edificio de madera, hay niebla en los alrededores, no siento vida cerca, es como si estuviera vacío todo, ni siquiera las ratas vienen aquí.

-¿Que más ves? - insistió Irelia - ¿hay alguna indicación?, ¿algo más concreto? - Senna arrugó aún más el entrecejo y apretó la mandíbula intentando indagar más

- Veo unas serpientes marinas - hizo una breve pausa - no, son solo estatuas, custodian una gran puerta 

- ¿Puedes ver que hay dentro? -pregunté inquieta

- Parece un lugar de culto, pero lo abandonaron hace tiempo, esta aquí dentro, creo... creo que se... - su ojos temblaban del esfuerzo

Todos estábamos expectantes a cada palabra que decía nuestra líder, de repente abrió los ojos 

 - ¡Ya se que es ese edificio! ¡está dentro de un templo Burhu! estoy segura. Tenéis que buscar a Illaoi, es la sacerdotisa del Kraken, la máxima expresión de la fe Burhu

- ¡Bien! - exclamé - eso es bastante preciso, no creo que nos cueste encontrar ese sitio, ¿Qué es?¿Qué forma tiene?

- Es una campana de latón, contiene la esencia de la esperanza de Isolde

- Amor, ¿ves prudente que nos separemos entonces? ¿Es viable que encuentren el fragmento sin tu ayuda? - le preguntó Lucian

- Creo que si - dijo Senna convencida - noto su presencia muy fuerte, no debe estar lejos, todavía esta en Aguasturbias

- No se hable más. Pongámonos en marcha entonces - contestó el

- Nosotros iremos a Ixtal - Senna miró hacia los que se quedaban - esperó no haber tomado una mala decisión... no hagáis que me arrepienta - entonces se volvió e hizo una seña al resto para que viajaran a Ixtal. Uno a uno vi poco desaparecían ante nuestros ojos en un destello.

Vayne, Riven y Akshan me miraban expectantes.

- Busquemos a esa sacerdotisa

sábado, 4 de mayo de 2024

LOS CENTINELAS DE LA LUZ - CAPÍTULO 6

En las arenas de Shurima

Era casi la hora de comer cuando volvimos a movernos con la mesa teleportadora, en esta ocasión, al templo de la región de Shurima. Me sorprendió gratamente cuando observé la amplia estancia. Este a diferencia del resto no era angosto y austero, sino que grandes pilares de piedra arenisca de color del oro sujetaban el techo de gran altura. Este templo, además, estaba amueblado exquisitamente con armarios, cómodas, mesas y demás, todos fabricados en madera de pino negro y decorados con ornamentaciones de oro y piedras preciosas engarzadas. Tanto lujo a mi alrededor me hacía sentir como una reina. Las estatuas de piedra blanca y el monolito también tenían detalles de oro en filigranas que surcaban las curvas de las esculpidas rocas y reposaban sobre un soporte de plata maciza. Varios tapices vestían las paredes entre columna y columna, también había inscripciones talladas en las rocas de las paredes mostrando dibujos de escenas de alguna historia del lugar.

- Este fue el primer templo que se construyó - comentó Senna - hace ya más de setecientos años

viernes, 3 de mayo de 2024

LOS CENTINELAS DE LA LUZ - CAPÍTULO 5

La dama luminosa

El viaje de vuelta a la capital demaciana era largo, y tuve que hacer varias paradas para recuperar y recargar mi maná entre hechizo y hechizo. Además, los portales no podían trasladarme a una gran distancia de manera continua. Llegué a la costa muy de madrugada y con las primeras luces del alba alcancé Kalamanda. Elegí el trasporte marítimo para cruzar el Mar del Conquistador, la ruta rodeaba todo el continente por el oeste y tenia como destino Demacia. 

Durante el viaje, aproveché para descansar un poco. Había pasado toda la noche en vela para llegar a Kalamanda cuanto antes. Desperté en la primera parada que hizo el barco, la bocina me sobresaltó y ya no pude volver a dormirme. Observé con horror cómo la niebla negra y la ruina habían engullido la costa y los bosques. 

LOS CENTINELAS DE LA LUZ - CAPÍTULO 4

En las cumbres de Freljord

La primera parada después de Targon fue Freljord. Antes de rayar el alba nos teleportamos al templo de los centinelas de esa región, este, se encontraba en una cueva helada a gran altitud en las montañas del norte, cerca de la frontera con los dominios de la Guardia de Hielo. Cuando quisimos salir de allí para buscar el fragmento, un peine de marfil, la entrada estaba totalmente bloqueada de hielo. Rocas enormes y nieve proveniente del glacial que bajaba por ese valle habían taponado la entrada. Perdimos un tiempo muy valioso para desatascar la salida y excavar un túnel hacia el exterior.

Cuando lo conseguimos salir, la coloridas luces de la aurora boreal comenzaban a desaparecer con los primeros rayos de sol, sin embargo, a pesar de ser un día despejado y soleado, el gélido viento de la tundra mordía nuestra piel. 

Andamos durante un par de horas, pero nuestro avance era lento, era difícil caminar en aquel terreno helado y en esas condiciones climáticas tan duras. Debíamos esquivar grandes grietas del glaciar y escalar los carámbanos de hielo que interrumpían nuestro camino.

- ¡Queda poco para llegar! - anunció Senna haciéndose oír por encima de la ventisca que nos rodeaba - ¡llevamos más de la mitad del camino hecho!

Después de eso, intentamos apretar el paso animados de poder llegar antes que Viego, pues no habíamos visto ni rastro de la niebla negra aún. Cuan equivocados estábamos. En cuanto llegamos a la cima de aquel cerro, un mar de niebla negra se extendía hasta el horizonte, contrastando con el pálido color del cielo. Tan solo los picos más altos sobresalían sobre esa masa oscura. Senna bajó imprudentemente deslizándose por la nieve y esquivando los árboles hasta llegar al borde de la niebla, tocó la negra sustancia etérea que la componía con sus manos y se quedó allí parada mirándola. Poco después llegamos nosotros algo más precavidos en la bajada.

- ¿Estas bien? - le preguntó Irelia

- Ya se lo ha llevado, no noto su presencia - dijo refiriéndose al peine

- Hemos llegado demasiado tarde, ¡mierda! - farfulló Lucian - maldita nieve, si no hubiera estado tapada la entrada del templo